Después de muertos los poetas y librados del pecado los pecadores
Llevaré tu nombre hasta el fin de los confines
Derramare en tu mesa la copa y en tu boca serviré el vino
Llamaré a la ama de llaves y pediré abrir todas las puertas
Desataré a los perros y saltaré hacia las ventanas
Romperé los cristales y dejaré derramarse el agua de la bañera
Curaré mis ojos con sal y pimienta
y escribiré por ultima vez tu nombre en la pared
Moriré en el acto besando tu boca que me cortará los labios
Sucumbiendo sobre tus pétalos lloraré
Muerto de risa sobre la leche ensangrentada
Pondré mi piel al sol para olearla con la brisa del arrollo
Y secar así tus besos encajados como facas en mi alma
Sobre mi cuerpo después nacerán plantas marchitas
Que solo muriendo podrán florecer
A cambio de mis ojos sazonados excepcionalmente
Te darán dos perlas de diamante, que colgaras en tus orejas
Maltrechas de tanto escuchar tu nombre por los vientos sin aire
Por los poetas muertos y las paredes parlantes
Ya estará todo realizado para ese entonces
Y mis manos antes llenas de tus pechos radiantes
Sobraran en esa escena encarnada
Así, la sombra mía seguirá a tu sombra fugitiva
Hasta el último rincón de los rincones
(Esta claro que nadie habría de esperar exquisita poesía en un mundo donde los poetas murieron y los pecadores fueros redimidos)
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