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Wednesday, October 13, 2010

Ella y el


¿Qué es una sonrisa? Gestión, dibujo o silueta. Acaso solo un garabato facial. Pero ¿Es eso lo  que veo ahora su rostro? (Parque solano, atardecer) Pues vaya que si,  debe de serlo, una pequeñísima, tímida e irónica, casi imperceptible sonrisa procura ante mis ojos, vaga y rabiosa o desesperada tal vez, pero no, no burlona, mas bien algo así como (en la banca está ella) como un reclamo mudo,  aunque… El río se había salido de su cause esa noche. Horas antes nos habíamos encontrado casualmente en el puente, llovía. Yo lo había visto otras veces merodeando las laderas, o en los cafés cercanos y siendo franca me parecía sumamente interesante, tenia algo misterioso en su andar,  de cierta forma atrayente.-Casi casi me  enfrío con esta lluviecita inesperada-me dijo tapándose la cara con el brazo.-Me ruboricé. “El tiempo nos sonríe” alcancé a decir y con un ademán le ofrecí cobijo bajo mi paraguas mientras caminábamos hacia un lugar  seco. De ahí que empezamos a charlar un poco, pero entre el ruido de los coches que pitaban como locos insensatos y aquel aguacero terrible que sofocaba nuestras voces, decidimos irnos en silencio rotundo, sorteando charcos,  lagos,  baches y demás cráteres terráqueos.¡Con estos tacones por Dios ! Y bueno, a pesar de eso y para ese entonces yo ya me había acostumbrado a su brazo sobre mi hombro, y si,  es verdad, no voy negar que estaba bien acurrucada en él ¿Y como no? Con este friazo. Pero por favor no mal juzgue tan rápido, yo no… yo no esperaba aquel gesto de su parte, o sea, que poca  consideración , que in vehemencia , mire que no me fue tan fácil venir hasta aquí y usted sabe, no es asunto  sencillo, uno tiene su orgullo, su autocompasión , claro que enfrentarme a ella después de todo no es tan poca cosa ,  se necesita determinación(sentada, irónica, sonrisa) y vamos, yo no soy de ese tipo de personas que dan su brazo a torcer como si fuera cualquier cosa,  mas bien soy…soy de esas chicas “accesibles”  del barrio, ni una fácil, cualquiera, perrucha, gatuza, zorrilla y demás, porque vea que de esas hay por kilos, como polvo en la calle, esperando atacar las desgraciadas, y no piense  que nomás lo digo por decir, ¡las e visto con estos ojos! Mirando a ver si pasa alguna cara bonita (u otra cosa bonita) afuera de su ventana todo el reverendo día, yo me pregunto  ¿No tendrán nada más que hacer las hijas de la chingada? Y no es que  quiera justificarme en su –putería-(por así decirlo), o rebajarme a su ranguito de quinta , pero usted tiene que entenderme, hay días que se anda por ahí sin rumbo caminando y  luego lo de siempre, la banca, el puente, el río, la lluvia y una tan solita, apoco ¿no es comprensible que al menos una vez me deje llevar por la situación ?¿Que me deje envolver por la circunstancia? digo, porque yo no provoque aquel cuete, ¡de ninguna manera! No se le ocurra pensar que yo...terco, si, tengo que admitirlo, me gusta que me rueguen. Pero, no se que pasa, alguna extraña necesidad me hizo venir aquí y ¡NO, no señorita! Deje de mirarme de ese modo, con esos ojos tan,   tan,   tan llenos de, de belleza. Y  pensar que esa sonrisilla me estaba dando con el traste en la cabeza, ¡Pero que insensatez Dios mió! ¿Cómo puedo estar cayendo en este juego tan barato? (sonrisa, amor, uy si, uy si)  Y yo que solo quería dispensarme, o en dado caso dispensarnos, pues digamos, excusarnos, deslindarnos, disculparnos ó ¿será culparnos? Espere, espere,  no me malinterprete, no pretendo insinuar que ella tenga culpa alguna, ni que yo la tenga,  pero tampoco hay que hacernos pendejos, la culpa existe (la culpa es de cupido, la culpa es del ladrón) y valla usted a saber de quien es  pero, indudablemente existe, esta por ahí, escondida, asechante como un gato en la oscuridad que en el momento menos esperado ZAZ, salta sobre uno, y lo araña en  el cuello, lo babea , lo muerde , lo coje y no,  eso si que no puedo permitirlo. Si el inocente se convierte en delincuente cuando acepta su culpa, entonces. ¡Me niego a aceptar culpa alguna! Ja! Faltaba más, Si fue ella la que…con alevosía y ventaja  y sabedora de que el señoriíto pasaría por el puente, incite a esta serie de acontecimientos, claro que no, las cosas se dieron solitas, solitas. Si bien es cierto que yo fui la que lo invito a mi casa, no fue con ninguna otra insana intención mas que la de tomar un tesito caliente y darle una toalla para que se secara el pobre, porque andaba hecho aguas hasta los talones. Y digo, de eso a que yo haya querido hacerlo pasar a mi habitación y besuquearnos como nos besuqueamos, o mordernos donde nos mordimos, hay mucho trecho. Pero, como ya se lo dije, las cosas se dan solas y aunque yo sea una señorita de buenos principios y bien recatada, (no como las putonas de barrio) no veo como hubiese podido frenar el tren  que corría  a toda velocidad frente a mi, y luego que se estrellase en mi cuerpo y su mano abajito de mi cuello y la otra como fuego en mi cintura, en mi pierna, en mi sexo y ¡Dios! Que oleada de placer, que bestialidad en un hombre, que forma de hacerlo, arriba, abajo, adentro, afuera etc. Y es que yo soy virgencita, el debió de comprender mi condición cuando… me invitó a su supuesto departamento, claro, no sin antes mencionarme a su difunto padre, muerto en un accidente de transito hacia mas años de los que podía recordar, y a su queridísima madre, quien la había criado desde pequeña, educándola siempre con una estricta moral cristiana y cuidándola de los cabrones que se quieren pasar de listos, (claro que este no era el caso verdad) pero OH sorpresa que me llevé cuando recién entrábamos a su “departamento”. Apenas abrió la puerta, pasamos y en menos tres segundos ya estábamos encaramados en la cama y ¡Dios! es que no se dio tiempo ni siquiera para secarme la ropa (que parecía sopa de fideos) o para tomarnos un cafecito, no, nada de preámbulos, o sea cero modales, ni la pre-copita, ni el “siéntese aquí en la sala, con confianza”, nada, nada nos fuimos directito a la habitación. Y Quien la viera, tan buena niña (ni tan niña, quedada, vestida)  que se veía con sus dos colitas, pero salió cochinota la condenada, y yo nomás flojito y cooperando, porque ¿Qué mas podía hacer? ¿Acaso me iba a negar? ¿Acaso iba frenar en seco el tren de mi pasión (de nuestra pasión) solamente por cuestiones morales? No señor, cuando el sexo llama no hay que hacerse el desentendido ni el puritano, sino  darle por el lado, (literalmente hablando) cuestión de mera supervivencia hermano, pero ¡Que mujerzota! Y ella encantada me quitaba el botón, el cierre, el pantalón y  síguele nena, no te detengas, vamos, pero ay, no tan fuerte, con cariño mi amor…le dije que yo era nueva en esto, afortunadamente, porque mi madre bien que me había cuidado todos estos años ( unos cuarenta y tantos) , nada de libertinajes ni de voladencias, “todo en su justo sitio mijita , porque no falta el cabron pervertido que se quiera pasar de vivo con usted, ándese con cuidado mejor”, así me dice a veces, aunque a mí no me hace mensa,  yo  se bien que no es tan santita como me quiera hacer creer. Le gusta la mala vida y lo digo por que me consta, la e agarrado con las manos en la masa (en la carne), ¿Y como no?  Sus gemidos resuenan en toda la casa. Y es que grita como loca la muy desconsiderada, para mi que lo hace adrede, quiere a toda costa que yo la oiga, chupando, mordisqueando, comiéndose el filete en enfrente de mi, pobrecita, desdichada de mi, ¿Y que puedo hacer? Si el deseo me invade, la envidia,  la lujuria maldita, ¡Y que Dios me perdone! Pero debo confesar que una de esas  noches no pude contenerme, deseosa, mojada, tras la puerta de la habitación de mi madre y oliendo el sexo desenfrenado, el hombre y la bestia,  mi cuerpo ardiendo en un calor incontrolable, estaba tan cerca que  casi podía sentir el viril cuerpo sobre mí,  mis pechos hechos fuego, mis manos bajo el pantalón y luego la explosión final: desenfreno,  delirio y decadencia (las tres en una), mientras yo jineteaba aquel negro corcel de mi pasión, flotaba lentamente sobre la ciudad en llamas, minutos eternos de goce y...la verdad es que con esa forma suya de comerse la paleta, ni quien le creyera el cuentito de que era novata en esas cuestiones, aunque cogida o no, la hermosura nadie se la quita y usted me dirá, que pavada de mi parte andarme fijando en ese tipo de chicas(típicas zorronas del barrio). Pero hombre, así son estos embrollos del amor, uno no pregunta ¿Cómo?, ¿de quien?, ¿por que?, etc. Solo se anda por ahí, en los puentes, en los cafés, a las orillas del río y de pronto BAM, cuando menos piensas ya estas metido hasta el fondo en el hoyo y bueno, es por eso que hoy estoy aquí, contra mi voluntad, en este viejo parque, frente a ella, temblando de inseguridad (ella sigue sonriendo) Y es verdad, ¡lo acepto!,  lo de la otra noche no fue algo normal, mire que ver a su madre en una situación tan comprometedora tras  la puerta,  francamente es bochornoso, como para morirse de la pena y olvidarnos para siempre de nuestras caras, no volver a vernos jamás, pero ¡ NO!, Eso no lo soportaría...de pronto todo termino de golpe, igual que el encuentro con mi amante, si lo puedo llamar así, “mi primer y único amante”, ay pero que pobre y desdichada de mi, y pensar que lo llegue a querer, aunque fuera por unas cuantas horas de pasión desbordada, sexo, amor ¿o? que mas da, para mí el  lo tenia todo, pero tendría que llegar mi madre. ¡La gata de mi madre! Pues quien mas habría de ser, estupida, lujuriosa, gimiendo como una perra, masturbándose tras la puerta (igual que yo). Y él, que dio un salto aterrado, y la muy zorra todavía le cerró el ojo, que poca, de veras. Y ni modo otra vez a estar sola, al menos que el me dijese que…
- Bonita, ya deja de sonreírme de esa forma, yo a usted la quiero a pesar de todo.

Alivian Escalante


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